Las ocho son bellas a rabiar, insultantemente jóvenes y caprichosas. Las ocho llevan una bola de billar tatuada en la nuca. La bola ocho, la negra, viene de una familia con servicio doméstico y derecho a la pereza. Eso también la hace diferente. Y cuando se mete en problemas serios, tiene a quien llamar para que la rescate. Miqui Otero retrata con prosa de lujo una Bella durmiente inolvidable.